miércoles, 27 de febrero de 2008

David

Esperaba en la acera a que el tiempo pasara (pues no es el caso que yo estuviera ahí por algún motivo en particular), cuando un hombre viejo interrumpió mi -----------.
Lo ví, por primera vez, vagamente: Lo primero que recuerdo fue el color negro: su saco, su corbata. Su camisa era clara, y así su rostro. Aunque en realidad no recuerdo si me percaté primero de lo otro: su cara infeliz, su escaso cabello, su escasa barba sin rasurar, y su mirada, que me pareció al igual extraña. Olvidé mencionar que su cabello era blanco, canoso. No de aquel blanco, tan abundante en la literatura, que con presteza se convierte en signo. No. Aquel hombre que se veía más pobre y demacrado que viejo no me causó gran impresión cuando su voz me interrumpió en la acera. Simplemente me pidió una moneda.

Confundido por el asalto, murmuré con sinceridad: "Solo traigo lo que necesito", y le mostré las monedas que traía en mi mano. Era justo lo que necesitaba, como dije, y era poco: casi nada.

El momento anterior a este había traido a mi mirada una moneda: un peso, que por extraños azares reflejó en ese instante (y hasta parecía que brillaba por si sola) la luz del sol en su superficie metálica... Esto tampoco me pareció signo de nada (quizás signo de mi conciencia distraida que siempre está imaginando). Era la moneda que el hombre mostraba cuando pedía dinero, seguramente, para inclinar de alguna manera la balanza de las probabilidades a su favor.

Me quedé callado después de eso, y sin embargo el hombre dijo algo tambien después. No entendí, para ser sincero, lo que dijo. El ruido de las calles, el tráfico de los automóviles, el murmullo de las personas que pasan, el ruido de la ciudad... Él había dicho que mucha gente andaba así, en la ciudad, con justo lo necesario (se lo hice repetir).

Asentí, sin mucho interes por hacer plática sobre el asunto, y distraido aun. Sin embargo el hombre siguió hablando. Mas no recuerdo cómo fue precísamente que la charla tomó forma y rumbo (aunque sé que fue aquel hombre quien habló la mayoría del tiempo), ni sé que es lo que pretendo al escribir sobre este encuentro, pero antes de dar por finalizada la charla, ya sabía yo que aquel hombre había intentado ser economista de profesión, truncó su carrera en un sexto semestre. Y ahora era pobre. Parecía serlo desde hace mucho ya.

Todas las palabras que oí me mostraron no sólo la necesidad que aquel hombre tenía por simplemente hablar con otra persona, sino tambien cierta preocupación por el futuro. "El futuro de la humanidad", pues esas mismas palabras usó. Por un instante no me pareció nada más que extraño el asunto, y por lo extraño, le oí.

Confesaré que no soy ávido lector de literatura sobre economía, y las discusiones al respecto, no me emocionan "por si solas", además que aquel hombre parecía saber más y estar más enterado del asunto del que hablaba, por lo que no hice mas que breves comentarios, y poco importantes sobre lo que el hombre habia dicho. Y sin embargo, lo que dijo sobre economía, fue lo menos interesante.

Tampoco recuerdo que palabras usó, ni el hilo preciso que siguió la conversación: Mencionó a "Carlos" Marx, mencionó a los judios, a la URSS... las palabras eran difíciles de comprender por el ruido (quizás por ello la dificultad que encuentro ahora para representarlas) sin embargo, fue tal vez un ligero cambio en su tono de voz lo que me hizo pedirle que repitiera algo que no oí, y que a la par, llamó mi atención.

No hay forma de escribir para ustedes, "lectores", ni de describir realmente qué fue lo que paso, ni cómo. Y probablemente a final de cuentas decidan para si que esto ha sido un mal cuento si elijo las palabras incorrectas. El hombre, que aunque me dió su nombre al final de la charla, olvidé, y cuyos ojos, en ese instante noté, eran de un azul muy claro, mencionó que se habia encontrado ya muchas veces con la estrella de david en su vida.
La encontró una vez, mientras fumaba, ¿en el humo?. Otra, cuando una taza de café estrelló contra el piso, derramándolo. Y así, tantas más. Me dijo que su nombre era Jacobo, ¡Ahora recuerdo!, y que de alguna forma el creía ser judío.

No sé claramente, como alguien puede no saber tal cosa, sin estar loco. Ni que significado atribuía Jacobo a sus revelaciones. Así las llamó él. Tambien dijo en otro momento que el futuro de la humanidad estaba en la "electrónica" y que las personas no saben cuanto se puede hacer con lo poco que se tiene. Habló de donar organos, "capital biológico",...
Le dije que yo he tenido revelaciones tambien. Quise decirle algo más, pero las palabras nunca llegaron.

Seguramente fue la conciencia del tiempo transcurrido lo que le hizo alejarse rápidamente, no sin antes despedirse. Me dió una excusa, y dió la vuelta. A los dos pasos, le interrumpi, preguntándole si había alguna forma de contactarlo después. Señaló hacia alguna dirección. "En el sanborns." y "Ahi estoy siempre".

Caminé, despues de eso, sin rumbo, pensando el asunto, que era algo confuso. Despues me di cuenta que sería lo mismo si seguía pensando el asunto, pero en un camión, rumbo a casa.

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